Yo cuando deje de existir, quiero anclarme en aquello que me hizo sentir viva.

domingo, 24 de junio de 2012

Un clavo, saca a otro clavo.

Y, mientras tanto, seguiré soñando.

Estoy en un epílogo que escribiste con decisión, dejándome atrás, esperando a que algún día te des cuenta de que me cuesta estar sin ti. Cada palabra que dijiste se clavó como un puñal en mi corazón y ahora por mucho que tire de él no quiere salir.
Me siento incompleta, no puedo evitarlo. He tratado de dejarte ir, lo has hecho, te has marchado tan lejos como has querido. Pero yo sigo aquí, viendo como los días pasan y estoy estancada.
Vivo en el pasado, con los pocos recuerdos que conservo, pues soy muy desmemoriada. No puedo recordar en qué me equivoqué, si fue así, y en lo que fuera intentaría arreglarlo, porque he perdido una parte de mí.
La comida no me sabe igual y de vez en cuando rompo a llorar. Quizás ya apenas lo haga pues he aprendido a enterrar lo que siento en lo mas profundo de mi alma. Pero no puedo fingir siempre que no eres nadie, que te odio o que no quiero volver a verte. Porque no es así y lo siento...
<<Los recuerdos forman parte de mí, de lo que soy y de lo que seré...>>

Cuando me cruzo contigo no puedo remediar añorar lo que había... No sé por qué ha pasado todo esto pero aún no lo he aceptado, supongo.
Quizás cuando llegue otra persona desaparezcas para siempre, pero no en el recuerdo.

jueves, 7 de junio de 2012

Incítame a bailar..



Me miraba constantemente, me intimidaba tanto que hasta me daba vergüenza hablar con él mínimo dos minutos. Remonto años atrás, me acuerdo de su nombre a todas horas. Era la única de toda mi pandilla que no soportaba hablar de él, la única que no daría nada por estar con él, a la única que no le gustaba, en definitiva. Había repetido; pelo rubio, ojos castaños de tez verde, blanco de piel, o eso creo, de altura mediana, delgado y con granitos en su definida cara. Lo poco que lo conocía, creo que sabía más o menos el tipo de chico que era. Reservado, cabezota, soso, maleducado, bueno, y creo que un poco confundido en la vida.
-Hola, ¿me puedo sentar? –Me preguntó.
-No, tienes un sitio perfecto donde sentarte, exactamente dónde estabas. –Repliqué con soez.
-Creo que aquí estoy mejor, más a gusto.
-Es la misma textura, no sé de que hablas. –Contesté. Me estaba empezando a  incomodar tal situación. –Creo que tu amigo te está esperando, no le hagas irritar a él también.
Siempre he sido borde con los hombres “metefichas”, no sé, me dan tanta inseguridad. Les hecho un mal de ojo a más de uno, menos a los que les importo de verdad. Esos que se pueden pasar un mes con tal de caer rendidita a sus piés.
Y así hizo él, el maravilloso caballero y protagonista de mi contada historia. El que me ha incitado a escribir más de lo que lo había hecho hasta ahora.